viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Soñar es gratis?

Pensar que mi vida podría ser como un cuento, o como la teleserie de moda, a estas alturas es una utopía, pero cuando me embarco en la nube de siempre todo parece tan real, perfecto y fácil de alcanzar que me es difícil pensar que aquellas increíbles cosas no pudieran suceder. La verdad es que los cuentos no existen, tú no eres la protagonista de la tan famosa serie juvenil, ni todos los chicos te persiguen. La vida es tan diversa como culturas existen en el mundo, y los dolores son tan intensos, que pensamos, “nada podría ser más terrible que aquello”.
Quiero agradecer en primera instancia a mis padres bondadosos que me heredaron mis más preciadas virtudes, gracias a ellos soy una mujer ilimitada, que lucha incansablemente por cada meta propuesta, una mujer, que a pesar de ver tan lejanos algunos objetivos nunca pierde la esperanza de que la vida cada día puede ser más luminosa, con hermosos senderos que recorrer. Gracias a ellos tengo un espíritu bondadoso y un alma soñadora. ¡Que magnífico!
Si de sueños he de vivir pues que así sea, ya que ellos son los que me mantienen y me otorgan la felicidad, es como una caja de bombones eterna, mis sueños son mi droga, me teletransportan, me hacen vibrar, me proporcionan alegría y son las vitaminas de la mañana.
En base a lo anterior, hoy me pregunto ¿qué hacer cuando la persona más importante para mí, a quién le debo mi vida completita, osa a intervenir en mi mundo tan perfectamente construido, y lo tira a la basura?  Y bueno, es la mamá, pero convengamos en algunas cosas. 1.- salí de su guata hace 26 años atrás, lo cual no es menor, y 2.- hace 8 años tengo la mayoría de edad, lo que me permite tomar libremente mis propias decisiones. En base a estos dos puntos bien escuetos, sin ofender, ni atentar en contra de las personas que me proporcionan  techo, comida y todo lo necesario para subsistir, de los que me debo sentir en profundo agradecimiento por su inmensa generosidad, hoy reconozco que siento un dolor en el pecho que no me deja dormir, ya que han intervenido de manera grotesca en mis sueños, dicho de manera vulgar “me han cagado  la onda” ¿y por qué? Que fuerte que destruyan todo lo que tan hermosamente has creado en tu mente, y lo puedes visualizar de tal manera que en poco tiempo podría convertirse en una realidad, esa es la magia de los sueños, que todo lo que uno piensa e imagina se ve reflejado en el cuerpo, y este actúa.
Hoy mi mamá hizo un comentario que me ofendió, ella no lo notó por cierto, pero una vez más he sabido levantarme y dije “gracias mamá, yo te amo incondicionalmente”.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Soy grande porque dominé mi mente, y la reprogramé para ser feliz.


Hay un ente todopoderoso que eligió el día de mi nacimiento, mis padres y la madre naturaleza tal vez, aportaron en el color de mis ojos, el grosor de mis labios, mi pelo lacio y mi forma de ser. El universo en toda su plenitud facilitó las cosas para que yo me encuentre en el aquí y ahora, cuestionándome pues, si yo tendría alguna posibilidad de elegir el tipo de vida que querría para mí: quienes serían mis padres, mis hermanos, si estaba de acuerdo con aquellos defectos y virtudes, y por último, si quería ser sudamericana. Ciertamente, no somos dueños de decidir si queremos pertenecer a este mundo, no obstante, en el largo camino llamado vida, llevamos a cuestas el más preciado de nuestros tesoros: nuestro magnífico poder de decidir, la más anhelada fortuna de todo ser humano, la capacidad de moldear nuestras vidas como nos venga en gana, aceptando nuestro cuerpo, a nuestra querida familia, el tono de nuestra voz, ese sobrino indeseable que nos visita en vacaciones y un sin número de factores que van determinando paulatinamente este difuso recorrido.
En mi período de rebeldía, renegué forzosamente de esto que alguien ha elegido para mí, sin embargo, me parece interesante tomar estas herramientas y forjar mi propio futuro, conectándome con el universo para gozar de las bondades de la vida, disfrutar de la excitación que me provoca pensar que los sueños no se disuelven en el espacio, sino que, los vamos forjando en la medida que nosotros queramos, por consiguiente “lo más emocionante del futuro, es que podemos darle forma” (Dr. Charles Handy).
En este insaciable afán de reestructuración de nuestras vidas, el sabor amargo cambia a dulce, adoptamos una actitud distinta para con el resto de las personas e incluso, el sobrino ya no es “el indeseable”, es solo un chiquillo que fue educado bajo el “Método Montessori” [1] e interactúa con el medio ambiente, es más,  aquel señor de la locomoción colectiva que me cobró doble pasaje no es un delincuente, sino que, fue víctima de una terrible confusión de tarifas, que estoy segura, lamenta hasta el día de hoy.
Así es la vida, es dulce porque yo así lo he decidido, o huele a rosas porque a mí se me ha apetecido, soy grande porque dominé mi mente, y la reprogramé para ser feliz, obtuve cosas distintas porque cambié mi rutina, en fin, tenemos el deber  de disfrutar de cada día como si fuera el último, de amar con intensidad, de dar las gracias todos los días, de obsequiar aquello que nos es muy útil y por sobre todo demostrarles a nuestros cercanos que la vida es una obra maestra y nosotros sus creadores, que inspirados con nuestro pincel integramos colores para darle múltiples matices, somos artistas, dueños y productores de nuestra propia vida.


[1] Método educativo alternativo basado en las teorías del desarrollo del niño ideadas por la educadora italiana María Montessori a finales del siglo XIX y principios del X