jueves, 24 de noviembre de 2011

Soy grande porque dominé mi mente, y la reprogramé para ser feliz.


Hay un ente todopoderoso que eligió el día de mi nacimiento, mis padres y la madre naturaleza tal vez, aportaron en el color de mis ojos, el grosor de mis labios, mi pelo lacio y mi forma de ser. El universo en toda su plenitud facilitó las cosas para que yo me encuentre en el aquí y ahora, cuestionándome pues, si yo tendría alguna posibilidad de elegir el tipo de vida que querría para mí: quienes serían mis padres, mis hermanos, si estaba de acuerdo con aquellos defectos y virtudes, y por último, si quería ser sudamericana. Ciertamente, no somos dueños de decidir si queremos pertenecer a este mundo, no obstante, en el largo camino llamado vida, llevamos a cuestas el más preciado de nuestros tesoros: nuestro magnífico poder de decidir, la más anhelada fortuna de todo ser humano, la capacidad de moldear nuestras vidas como nos venga en gana, aceptando nuestro cuerpo, a nuestra querida familia, el tono de nuestra voz, ese sobrino indeseable que nos visita en vacaciones y un sin número de factores que van determinando paulatinamente este difuso recorrido.
En mi período de rebeldía, renegué forzosamente de esto que alguien ha elegido para mí, sin embargo, me parece interesante tomar estas herramientas y forjar mi propio futuro, conectándome con el universo para gozar de las bondades de la vida, disfrutar de la excitación que me provoca pensar que los sueños no se disuelven en el espacio, sino que, los vamos forjando en la medida que nosotros queramos, por consiguiente “lo más emocionante del futuro, es que podemos darle forma” (Dr. Charles Handy).
En este insaciable afán de reestructuración de nuestras vidas, el sabor amargo cambia a dulce, adoptamos una actitud distinta para con el resto de las personas e incluso, el sobrino ya no es “el indeseable”, es solo un chiquillo que fue educado bajo el “Método Montessori” [1] e interactúa con el medio ambiente, es más,  aquel señor de la locomoción colectiva que me cobró doble pasaje no es un delincuente, sino que, fue víctima de una terrible confusión de tarifas, que estoy segura, lamenta hasta el día de hoy.
Así es la vida, es dulce porque yo así lo he decidido, o huele a rosas porque a mí se me ha apetecido, soy grande porque dominé mi mente, y la reprogramé para ser feliz, obtuve cosas distintas porque cambié mi rutina, en fin, tenemos el deber  de disfrutar de cada día como si fuera el último, de amar con intensidad, de dar las gracias todos los días, de obsequiar aquello que nos es muy útil y por sobre todo demostrarles a nuestros cercanos que la vida es una obra maestra y nosotros sus creadores, que inspirados con nuestro pincel integramos colores para darle múltiples matices, somos artistas, dueños y productores de nuestra propia vida.


[1] Método educativo alternativo basado en las teorías del desarrollo del niño ideadas por la educadora italiana María Montessori a finales del siglo XIX y principios del X
X.

No hay comentarios:

Publicar un comentario